Nuestro organismo funciona en base a ciclos, alineados con la alternancia del día y la noche, la luz y la oscuridad, que determinan los ciclos de sueño y vigilia.
Gracias al estímulo externo de los ciclos de luz y oscuridad, nuestro organismo sabe que debe estar despierto de día y dormir de noche, es nuestro reloj interno. Cuando los ciclos de sueño y vigilia se ven alterados, estamos en presencia de un trastorno del ritmo circadiano.