Hemos hablado, en diversos artículos, de la importancia de un buen dormir. La evidencia reciente muestra que además de todos sus otros beneficios en la salud, el sueño tiene impacto en la memoria inmunológica.
¿Qué es la memoria inmunológica?
La memoria inmunológica es la capacidad que tiene el organismo, en particular el sistema inmune, para reaccionar eficazmente. Esto permite enfrentar a un patógeno que ya ha encontrado y al que ha reaccionado antes.
Una buena memoria inmunológica significa que nuestro cuerpo posee un amplio repertorio de respuestas. Hay muchos factores que inciden en una buena respuesta inmunológica. Pero sin duda la capacidad de recordar las respuestas eficaces ante un patógeno que se ha presentado anteriormente, es de los más importantes.
En efecto: la memoria inmunológica es el principio base de la eficacia de las vacunas.
¿Cómo opera la memoria inmunológica?
Para operar, la memoria inmunológica requiere un segundo, tercer, o posterior evento en que se presenta un patógeno. La memoria inmunológica como tal es desarrollada por cada individuo en forma independiente.
Dos tipos de células cumplen un rol fundamental en la memoria inmunológica: las células B de memoria y los linfocitos T de memoria. Estas células son responsables de reconocer al patógeno reincidente y producir los antígenos específicos necesarios. Éstas tienen en general una larga vida, permitiendo que la inmunidad a enfermedades contraídas sea de por vida, o de largo plazo.
¿Cómo se relacionan el sueño y memoria inmunológica?
Está establecido que un sueño de buena duración y calidad permite una adecuada regulación del sistema inmune en general. Lo que muestra la evidencia aparecida en los últimos años es que además, el sueño tiene un efecto en la formación de la memoria inmunológica.
Un estudio realizado en 2011 por investigadores de la Universidad de Lübeck, en Alemania, midió las respuestas inmunes comparadas en estados de vigilia y sueño en las noches inmediatamente posteriores a la aplicación de tres dosis de vacuna contra la Hepatitis A.
Los niveles hormonales y el monitoreo del sueño mediante polisomnogramas, mostraron que el sueño favorece la especialización de células B y T. Estas células se relacionan con la respuesta inmune particular asociada a la vacuna administrada. También con su incorporación al arsenal de respuestas de la memoria inmunológica en el largo plazo. Esto ocurre especialmente el sueño profundo de fase 3, o de “onda larga”.
La incorporación de la respuesta inmune específica a un patógeno no es un proceso simple ni inmediato. Más bien requiere de varias etapas y semanas para su consolidación. De hecho, los mecanismos exactos por los cuales el sueño regula la respuesta inmune en su conjunto no son totalmente conocidos. De todos modos, existe evidencia sólida de que el buen dormir favorece el funcionamiento del sistema inmune.
Por otra parte, los hallazgos se refieren en particular al efecto del sueño de fase 3, o sueño profundo no REM. Para obtener los beneficios del sueño en la conformación de la memoria inmunológica, es necesario no sólo dormir una noche, sino que dormir regularmente. Así, existirá un tiempo suficiente de sueño profundo no interrumpido.
En resumen
Para dar a nuestro organismo un sistema inmunológico sano, es clave dar un tiempo suficiente de sueño, con todas sus fases, de forma regular.
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